El equilibrio energético es el balance que tiene que darse ente la energía, esto es, las calorías que se ingieren a través de la alimentación y aquellas que se gastan a través de la actividad física, incluyendo las actividades cotidianas, el ejercicio y el mantenimiento de las funciones vitales.
El cuerpo almacena en forma de grasa el exceso de energía que no se gasta. El sobrepeso, la obesidad y el bajo peso, se desarrollan de manera gradual y son el resultado de haber roto el equilibrio energético persistentemente, tanto ingiriendo menos energía de la que se gasta como ingiriendo más.
Los factores que inciden principalmente en el equilibrio energético son los conductuales y los ambientales, y en menor medida los fisiológicos. Además donde podemos incidir es nuestros hábitos alimentarios y de ejercicio, esto es, cuánto, cómo y dónde nos alimentamos y cuánto nos movemos. Igual de importante es que se reconozca los factores ambientales que inciden en dichos hábitos, como por ejemplo el sedentarismo.
En el siguiente vídeo, realizado por el consejo Europeo de Información sobre Alimentación (EUFIC en sus siglas en inglés) se explica de forma muy gráfica y sencilla qué es el equilibrio energético.
La entrada de energía al organismo sólo se da a través de la ingesta de alimentos, mientras que el gasto se produce de distintas formas, la principal es el metabolismo basal, es decir, con una dieta equilibrada nuestro cuerpo gasta entre un 60 y un 70% de la energía diaria en el funcionamiento de los órganos vitales, aunque estemos en reposo. Un 10% de la energía se consume por lo que se conoce como efecto térmico de los alimentos, es decir, la digestión, el organismo requiere de energía para transformar los alimentos en sustancias nutritivas.
Y la actividad física supone un gasto que está entre el 20-30%, y aquí es donde hay más diferencia, pues no todas las las actividades consumen la misma energía, caminar o planchar implican actividad físisca pero no consumen la misma energía que la práctica de deportes (running, la natación, fútbol, bicicleta, etc.). Además es en este porcentaje del consumo energético donde podemos actuar junto con la alimentación.
Aunque el equilibrio energético parezca sencillo, hay que tener varias cosas en cuenta. Si se necesita adelgazar lo normal es reducir el consumo de alimentos y aumentar la actividad física, pero con el descenso de peso desciende también la necesidad energética, así que el equilibrio energético se reajusta pero a un nivel más bajo.
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